«La doble imagen»: sobre la poesía de Yasmín C. Moreno

Tras la muerte de su madre, Anne Sexton le escribió a su amigo y maestro W. D. Snodgrass: «De, siento que me voy a perder, a no ser que los poemas puedan salvarme». Pero poco después, su padre falleció y volvió a escribirle a su amigo: «… Todo es un caos emocional. Poemas y solo poemas me han salvado la vida».

La poesía salva, pero también devora. Un círculo vicioso, el gato que se muerde la cola. Puedo leer a Plath y a Sexton y sentirme llena, henchida. Puedo leer fragmentos de diarios de escritores por los que he sentido admiración y hacer míos sus versos. Hasta los más profundos. Sentir el desasosiego por la vida y recurrir al refugio de las palabras que se abren y se cierran con cada pestañeo.

La poesía salva, pero también devora. El pasado miércoles me deshice de la carne y la palabra: escuché por segunda vez, aunque mi interior lo sintió como la primera, los versos que Yasmín C. Moreno leía de sus libros, El beneficio de la enfermedad (Ártese quien pueda, 2014) y Trema (Amargord ediciones, 2016). Escuché y engullí su poesía.

«Primero hay que llenarse para vaciarse/ [por dentro.

El silencio purifica la garganta, como el hambre hace/ [con los huesos».

(El beneficio de la enfermedad, de Yasmín C. Moreno)

La poesía de Yasmín devora. En su primer libro, El beneficio de la enfermedad, escribe sobre el cuerpo que duele, el cuerpo que muere y después revive. Escribe sobre la pérdida del deseo y el reencuentro del mismo a través del cuerpo; sobre el tiempo, la madurez, la maternidad y la ausencia de la misma.

La poesía de Yasmín sangra y cuando lee en público hace que el oyente pueda saborear ese cuerpo-sangrante, esa enfermedad que brota y tiembla al pronunciarla.

«Es preciso que existan las bacterias/ como es/ preciso que nos deshagamos.

La vida contra la vida contra la vida/ lucha/ pero qué pronto se deshace la carne».

(El beneficio de la enfermedad, de Yasmín C. Moreno)

Y así bailó hasta estar muerta escribe Sexton. La doble imagen, la doble intención que he encontrado en los poemas de mis escritores favoritos la encontré en Yasmín. Como una transgresión a la ética marcada, a la vida, a la muerte.

«Sabía que la visión de mi cuerpo hacía daño/ yo quería hacer daño».

(El beneficio de la enfermedad, de Yasmín C. Moreno)

Es en Trema, su último poemario, donde siento que la escritora se deshace de sí misma, donde, palabra-por-palabra, trepa por un muro mientras sus manos tiemblan. Mientras sus palabras pesan.

Este último libro es un cordón umbilical que alimenta, que se rompe, que se desprende de su  naturaleza para encontrar una nueva a la que adherirse.

«Tengo miedo de mí misma/ igual/ que el agua/ tiene miedo de ahogarse».

(Trema, de Yasmín C. Moreno)

El poemario se divide en dos partes: Trema y Mater. La autora revela que Trema significa temblor, una vivencia de que algo va a pasar de forma inminente, el crecimiento de una fuerte tensión. Mater, atendiendo a su origen latino, significa literalmente madre nutricia, que alimenta.

Como en su libro anterior, Yasmín escribe sobre la vida después de la vida. Retoma los poemas sobre la maternidad, el deseo de dar vida y la preocupación por no lograrlo.

«La responsabilidad de la soledad/ es la responsabilidad con mi cuerpo/ ese bebé/  con heridas que no conozco».

(Trema, de Yasmín C. Moreno)

Dicen que hablar de uno mismo y hacerlo público significa que eres valiente o que no tienes miedo. Que los versos de Yasmín son dolorosos, duros y demasiado prematuros para su edad (tan solo 23 años).

La literatura de la autora es concisa. Las palabras brotan en su cabeza continuamente. Tan llenas de vida, tan cargadas de muerte. Yasmín plasma en sus poemas, como un rito bajo la luna, un minucioso rezo, un canto a un futuro inmediato que asola como el paso del tiempo.

Entrevista a Yasmín en Km.0 críticas
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YASMÍN C. MORENO

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